Pérdida dental

Como niños, todos hemos experimentado la pérdida dental: nuestros dientes de leche comienzan a caerse a partir de los 6 años para dejar su lugar a los dientes permanentes. Si todo va bien, nuestros dientes permanentes crecen en el espacio que les dejaron los temporales y se quedan ahí durante toda nuestra vida.

Pero por desgracia, no siempre conseguimos mantener nuestros dientes para siempre. Las personas adultas pueden sufrir pérdida dental por muchas razones: por culpa de problemas de salud dental,  por culpa de un traumatismo o un golpe, o problemas en la formación que hicieron que nunca llegara a desarrollarse algún diente. Aunque la falta de dientes es muy mona en un niño de 6 años, no hace tanta gracia cuando la sufres de adulto.

Mucho más que una sonrisa bonita

Que te falte un diente no es algo precisamente bonito para la estética. Las personas que tienen agujeros en la sonrisa suelen evitar sonreír por miedo o vergüenza a mostrar su dañada dentadura. Esto puede disminuir la autoestima de la persona y tener un impacto importante en su vida social.

Pero la estética no es el único problema que comporta la pérdida dental, ni mucho menos:

  • Afecta a la dieta: una persona a quién le falta uno o varios dientes puede tener problemas a la hora de masticar. En caso de no tener ningún diente, es imposible masticar y se debe comer únicamente alimentos blandos.
  • Problemas en el habla: dependiendo de la posición de los dientes que hayamos perdido, podemos tener problemas en la articulación de algunos sonidos.
  • Cambia las fuerzas masticatorias: cuando nos falta algún diente, las fuerzas propias de la masticación automáticamente cambian para compensar la falta del diente, lo que comporta un mayor estrés en algunas zonas y puede provocar daño a otros dientes.
  • Dientes torcidos: la presión resultante en los dientes existentes puede causar que se tuerzan, un efecto que a su vez puede comportar dolor mandibular.
  • Caries dental: los dientes torcidos son más difíciles de limpiar y acumulan una mayor cantidad de sarro, lo que aumenta las posibilidades de sufrir una infección dental.
  • Pérdida ósea: los dientes son los protagonistas de la estimulación de la mandíbula. Si te falta un diente, el hueso empieza a deteriorarse y las encías comienzan a disminuir. La única manera de frenar esta pérdida es mediante implantes dentales.
  • Envejecimiento prematuro: la pérdida ósea provoca cambios en la estructura facial propios de personas mayores.

Si has perdido algún diente, no tardes en contactar con Fatás Dental. Nuestros dentista son expertos en los tratamientos para recuperar dientes y te ofrecerán la solución más adecuada según tus necesidades.

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